Acabo de regresar de la vida real... y resuena en mis oídos tu silencio: hoy no me fue bien.
De súbito, ayer cuando estaba sobre mi cama, pensando, -para decirlo de alguna manera- una cantidad increíble de interrogantes cruzaban por mi mente... y es que esto es así. Muchas veces uno vive de las posibilidades, unas son tomadas y otras no. Yo tomé una hace unas semanas.
S. era una de esas chicas pelotudas, sosas, lerdas, pero muy ambiciosa. Desde que llegó a mi encvuentro, o yo al suyo, siempre la odié. Le miraba a los ojos, a fin de tratar de encontrale algo bueno, pero era imposible. Si bien tenía una increíble facilidad para hablar en términos que estaban prohibidos y lo hacía con toda la reticencia posible y yo no sé por qué avanza.
Mis veinte años no bastan para odiarla. A pesar de eso decidí acercarme. Fue una tarde en la que el sol jodía demasiado y el viento jugaba su papel inútil. La clase confabuló para que cruzaramos palabras y yo llené su vida de pos-its. Pienso en las múltiples cosas que hubieran pasado si esa tarde no hubiera articulado -siempre brillante; piensa en otras tantas posibilidades y no encuentro más explicaciones: las cosas por algo suceden.
Ahora estoy con ella -estar es una convención-, Es mejor decir estoy esperando ese gran momento en el cual los hombres se aligeran y las mujeres no hacen otra cosa que atinar a morder algo o asolar el silencio con los gemidos: Me la voy a coger y lo que ahora es una hipótesis va hacer una verdad irrefutable. Mientras sea lo tonta que es yo voy a seguir un paso adelante, pues no la amo. Y ella lo sabe.
Sé también que ella es de las que les gusta probar sustancias, de las que coleccionan riesgos y de las que siempre terminan sufriendo. Menos mal que ya estoy curado de esas situaciones anómalas. La situación seguirá siendo perfecta si ella continúa con su pose amorosa y yo con mi talante fingido. Soy muy estable sentimentalmente como para darle demasiada importancia a una relación que se que no se mantendrá en el tiempo, es que no puedo amar con mis veinte años. Prefiero seguir experimentando.

S. es una hipótesis

Acabo de regresar de la vida real... y resuena en mis oídos su silencio: hoy no me fue bien.
De súbito, ayer cuando estaba sobre mi cama, pensando -para llamarlo de alguna manera- una cantidad increíble de interrogantes cruzaban por mi mente... y es que esto es así. Muchas veces uno vive de las posibilidades, unas son tomadas y otras no. Yo tomé una hace no mucho tiempo.
S. era una de esas chicas pelotudas, sosas, lerdas, pero muy ambiciosa. Desde que llegço a mi encvuentro, o yo al suyo, siempre la odié. Le miraba a los ojos, a fin de tratar de encontrale bueno, pero era imposible. Si bien tenía una increíble facilidad para hablar en términos que estaban prohibidos y lo hacía con toda la reticencia posible y yo no sé por qué avanza.
Mis veinte años no bastan para odiarla. A pesar de eso decidí acercarme. Fue una tarde en la que el sol jodía demasiado y el viento jugaba su papel inútil. La clase confabuló para que cruzaramos palabras y yo llené su vida de pos-its. Pienso en las múltiples que cosas que hubieran pasado si esa tarde no hubiera articulado -siempre brillante; piensa en otras tantas cosas y no encuentro explicación: las cosas por algo suceden.
Ahora estoy con ella -estar es una convención-, Es mejor decir estoy esperando ese gran momento en el cual los hombres se aligeran y las mujeres no hacen otra cosa que atinar a morder algo o asloar el silencio. Me la voy a coger y lo que ahora es una hipótesis va hacer una verdad irrefutable. Mientras sea lo tonta que es yo voy a seguir un paso adelante, pues no la amo. Y ella lo sabe.
Sé también que ella es de las que les gusta probar sustancias, de las que coleccionan riesgos y de las que siempre terminan sufriendo. Menos mal que ya estoy curado de esas situaciones anómalas. La situación seguirá siendo perfecta si ella continúa con su pose amorosa y yo con mi talante fingido. Soy muy estable sentimentalmente como para darle demasiada importancia a una relación que se que no se mantendrá en el tiempo, es que no puedo amar con mis veinte años, cuando mis diez dedos no me lo permiten.