Las letras de una mujer


Las mujeres son armas poco eficientes. Son lo que podrían ser pero no se atraven a ser y por ende solo letra, letra muerta.
Hace poco menos de una semana conocí una de las mujeres más interesantes que un hombre puede conocer. Una de esas féminas con alma de bastarda: Su cabello era del tamaño de su inteligencia y del color de la lucidez de sus ideas -por favor no me hables, le dije. Ella insistió con sus recuerdos, ese manía destructiva que tienen algunas mujeres por contar penas, fracasos, deseos esotéricos y casi de alcoba. Ahora que la recuerdo me doy cuenta de que era una mujer feliz entre sus fracasos; entre los cuales contaba cosas tan simples como pintar con los crayoles. Contaba por decenas sus penas y se las guardaba en un santiamén. Derramaba algunas lágrimas y el viento no tardaba en borrarlas, y sentía resignación por el color de sus ojos (verdes preciosos) y nostalgia por su condición de mujer, aun sin parecerlo. Y no es más que una mujer vulgar dentro de las carnes de una dama que más encanta cuando se marcha y sonríe de perfil mostrando esa fina voluptuosidad.