Una enamorada y su padre musulmán

Jamás pensé conocer o intercambiar puntos de vista con un musulmán. No se por qué, pero desde hace mucho tengo la idea de que ellos solo sabían lanzar granadas, sostener un AKM o defender su postura fundamentalista En suma llevar una vida al margen de la tolerancia y evitar poner las barbas en remojo, auqnue sea por segundos.
Ahora pienso diferente, auqnue todavía guardo conmigo cierto recelo. Él, el padre de mi enamorada: el musulman, parece un tipo apacible, respetuoso de mis ideas y de mi posición herética ante la vida. Nos hemos reunido en tres oportunidades.
Antes de tener el primer contacto, me sumergí en la Internet a fin de averiguar todo lo posible en cuanto a qué significaba ser musulmán ante los ojos de los demás y ante su propia mirada. No tarde en hallar abundante información acerca del tema: desde aberraciones hasta sectarismo. Incluso llegue a leer EL Corán y a partir de esa experiencia he intentado ponerme bajos sus carnes, bajo sus prejuicios y bajo su moralidad. Puedo resumir mi grata experiencia diciendo que la verticalidad en el tratamiento favorece integramente a los hombres... que placentera vida que llevan estos compadres.